Me encanta esta frase porque refleja una circunstancia que se da con
mucha frecuencia en la sociedad. Ante un determinado problema hay
personas que repiten una y otra vez el mismo procedimiento para
resolverlo consiguiendo nulos resultados. Puede que lo que hacían antes
ahora ya no sirva porque las circunstancias externas han cambiado o
puede que simplemente no sea la forma adecuada de solucionarlo. Sea lo
que sea está evidenciado que la persona no ha hecho un análisis del
problema para descubrir que está ocurriendo.
El hecho de fracasar de manera reiterada nos hace empezar a
cuestionarnos a nosotros mismos “soy torpe”, “no sirvo para nada”… Nos
etiquetamos de manera negativa, baja nuestra autoestima y esto nos hace
ser menos eficaces. Se entra en un círculo vicioso que nos lleva a la
inactividad “para que voy a hacer algo si no voy a lograr nada”.
Entonces aparece la fase de queja “que mala suerte tengo”.

No hay comentarios:
Publicar un comentario